sábado, 28 de noviembre de 2009

Cuesta


Todo cuesta, y cuando nos parece que se encaminó para que no nos cueste tanto, vuelve a aparecer algo para que siga costando.


Me he pasado la vida pensando en los meses posteriores, con la expectativa que cuesten menos que los pasados.

¿Será que le exigimos a la vida más de lo que ella puede darnos, o será que la gracia divina nos confirma que es verdad que no se puede vivir sin que cueste?

Cuestan las cuentas, cuesta el amor, cuesta el trabajo, los hijos, los vecinos y hasta la pared con humedad cuesta.

Cuesta el despertador, el mal humor, el tener que encarar, porque cuando la pateamos para delante, después cuesta el doble.

Cuesta el lunes y hasta el fin de semana cuesta.

Cuesta el primer frío de Mayo, Diciembre con las fiestas, Enero con las vacaciones y Febrero con los exámenes, también cuesta.

Cuestan tanto todas las facturas juntas del mes y más cuesta ganarnos el sueldo para no poder llegar a pagarlas.

Cuesta el profe, el jefe... y hasta el compañero cuesta.

Cuesta la nafta, el boleto.

Cuesta la carne y el pan.

Cuesta decir la verdad y cuesta mentir.

Cuesta pensar una buena idea y cuesta más hacerla.

Cuesta hacer el bien y hacer el mal.

Cuesta hacer algo bien y a veces hasta cuesta más hacerlo mal.

Cuesta vivir y cuesta morir.

Cuesta casarse y divorciarse.

Me costó volver a escribir.

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